Por Maribel Alcolea Hernández
Entre los cinco y los ocho años de edad, introducir en la educación de un niño el aprendizaje de un instrumento, va beneficiar de una manera muy positiva el desarrollo de sus capacidades:
- Capacidad intelectual.
- El control de los movimientos finos que demandan una mejor coordinación óculo-manual.
- Seguir unas normas sencillas y comprender la necesidad de respetarlas para hacer música.
- Interactuar con otros compañeros, siendo más sociables y respetando el trabajo de los demás.
- Un mayor desarrollo emocional tanto a nivel personal como a nivel social.
- El reconocimiento de las emociones, la música es el arte de las emociones por excelencia.
Otras capacidades que menciono a continuación, parecen un poco olvidadas actualmente, pero son muy necesarias para el buen desarrollo de la persona.
- El orden.
- El esfuerzo.
- La perseverancia.
- Hábitos de trabajo y estudio.
Hemos de tener presente que los niños de cinco y seis años captan la realidad como un todo, lo que supone que el aprendizaje del lenguaje musical y del instrumento deben abordarse de manera globalizada.
La enseñanza globalizada basada en la teoría de Gestalt parte del supuesto de que formamos ideas de forma general sobre un concepto para después pasar a lo particular, es decir, al análisis de sus componentes.
Según Pierre Vayer a los cinco años los niños poseen todas las coordinaciones motrices: Son capaces de sentarse con el tronco recto, distinguir derecha e izquierda, lateralidad no afirmada pero si la dominancia, si bien no pueden mantener mucho tiempo la atención ni las posturas. De los cinco a los siete años pasan del estado global al de diferenciación. A los siete años poseen ya un control postural y respiratorio y son capaces de mantener la atención varias horas al día.
A partir de los siete años, los niños entran según Piaget, en la etapa de operaciones concretas, en la cual los procesos de razonamiento se vuelven lógicos y los aplican a problemas concretos o reales.
A partir de esta edad son capaces de captar perfectamente los códigos convencionales y mostrar una fluidez gradual en su uso (lectura, escritura, lenguaje musical).
Cada vez son más los neurocientíficos y psicólogos que hacen estudios sobre ello, y quiero poner una pincelada para demostrar de algún modo la importancia de iniciar a los niños a una “educación musical” a edades tempranas.
Con el Método Maguit, se puede trabajar con niños y niñas, entre los tres y los cinco años, la iniciación a la música con guitarra, de una manera lúdica y divertida.
Se considera pues, que es a partir de los cinco años de edad que la motricidad del niño o la niña están preparadas para afrontar el aprendizaje de un instrumento. Teniendo en cuenta que no todos los niños tienen una evolución igual, dependiendo de muchos factores que pueden influir en la misma. De ahí la importancia de una enseñanza personalizada, que introduce el aprendizaje teniendo en cuenta al alumno como ser social y como ser individual.
¿Tiene alguna ventaja comenzar el aprendizaje de la guitarra a edades tempranas?
Han sido muchos los pedagogos musicales que han subrayado el valor de poner en contacto con la música a los niños desde los primeros momentos de su vida como soporte sensorial para el posterior aprendizaje pues, según afirma la teoría piagetana, las experiencias previas son la base para los nuevos conocimientos.
Para Suzuki «Cualquier niño a quien se entrene correctamente puede desarrollar una habilidad musical».
El aprendizaje musical en la infancia mejora las capacidades de lectura, la lógica matemática, enriquece la manera de estructurar el pensamiento, potencia la creatividad y la imaginación de los niños, es una vía para canalizar sus emociones y desarrolla su sistema psicomotriz.
Según Mª Angeles Sarget Ros (doctora en pedagogía, profesora de lenguaje musical del Conservatorio Profesional de Música de Albacete y profesora asociada de la E.U: de Magisterio de Albacete.
“La música potencia las capacidades cognitivas, en tanto en cuanto contribuye a desarrollar los sentidos receptores de la información, ayudando a disminuir las deficiencias físicas (auditiva, motora, visual y táctil) así como las deficiencias psíquicas”.
- Ámbito cognitivo: conocimiento, destrezas y capacidades intelectuales.
- Ámbito afectivo: actitudes, valores, sensibilidad, disciplina, sentido crítico.
- Ámbito psicomotor: esquema corporal, coordinación motriz, manual, ocular, motricidad fina…
A partir del II Congreso de la UNESCO sobre Pedagogía Musical, celebrado en Copenhague en 1958, al que asistieron pedagogos del renombre de Dalcroze, Ward, Martenot y Orff, se comenzó a revalorizar la educación musical.